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viajemexico-06

¡ESTÁ CALADO, ESTÁ PROBADO, ESTÁ GARANTIZADO!

A veces imagino esta ciudad como un queso gruyere, cuyas entrañas horadadas por túneles están pobladas por los más diversos seres (incluidos nosotros). Si la visita al Museo Antropológico y Teotihuacan nos ofreció la visión de un pasado prehispánico monumental y batallador con increíbles templos y pirámides escalonadas, el metro nos ofrece una muestra de un presente de inquietante serenidad. Las multitudes murmullan, los pasos resuenan en los cientos de escalones que hay que ir subiendo y bajando continuamente (¿las nuevas pirámides?) para llegar a los respectivos lugares de sacrificio, donde hoy, como ayer, el pueblo va arrancándose pedazos de su cuerpo para seguir ofreciendo el regalo de su sangre para los nuevos dioses.

Hay seres silenciosos que ocupan sus lugares como si apenan tuvieran derecho al contaminado y agobiante aire que respiran. Hay mujeres con las manos oscuras aún más oscuras, casi grises, delatando la dureza del trabajo a las que las someten, que son capaces de hacerlas tiernas para cubrir el rostro del niñito que sujetan contra su cuerpo con una manta. Hay hombres y mujeres “hueros” que no miran hacia el suelo, y se arriesgan así a pisar a chiquillos que se arrastran para sacar el lustre a los zapatos. Hay estudiantes con sus oídos ocupados por auriculares, hombres y mujeres con caras cansadas que se adormecen tramo a tramo. Cada recorrido está salpicado de pequeños comerciantes que gritan las bondades de su mercancía musical – CDs recopilatorios de música de los 60, de los 70, rancheras, baladas, etc-  al grito nacional de “está calado, está probado, está garantizado”, vendedores y vendedoras de chicles, gomillas para el pelo, bolígrafos, juguetes o cuentos. Entre todos, como ratones ciegos en este queso gruyere que es el mundo subterráneo del DF, quienes van a tientas, avanzando si dudar entre la multitud de los vagones, sin flaquear ante las bruscas frenadas, con sus amplificadores portátiles escandalosos o sus panderetas o su flautita, vendiendo música u ofreciendo destempladas interpretaciones entre los vaivenes. 

Dicen en mi tierra sevillana el dicho quien no te conozca, que te compre, queriendo aludir a la necesidad de desarrollar la astucia y de poder prever quien es de fiar y quien no, complementamos a menudo con un yo a este lo tengo calado, y los seres humanos se convierten en melones, de los que sacamos una cala (la mayoría de las veces “la cala” es apenas un vistazo) y podemos deducir si el ser en cuestión es un melón dulce, cordial y decente o si está “apepinado”, avinagrado, rancio, es un melón de “mal gusto” por lo que probarlo no te depara nada bueno, de manera que para terminar el refranerito, agua que no has de beber...déjala correr.

 De todo encuentra en esta ciudad y de todo hay una representación en este metro del DF al que dedicamos el artículo, todos los sabores y texturas: amargo, dulce, espeso, agrio, .... Pero todo el sabor agridulce de esta ciudad merece la pena ser bebido, (aunque convenga evitar las aguas de colores que venden por la calle), no se si todo aquí –como vocean – está calado, probado y garantizado, pero yo les garantizo que lo que he probado...cala y bien hondo. 

1 comentario

hilario -

Desde casa de Jesús y habiendo leído a vuela pluma (de jesús, insisto) el paseo por df, viendo a Malu, tan guapa, y la sonrisa de antoñito, siempre tan limpia, y la lita tan lejos abrazada a una tía tan cercana.... ¡se os echa de menos! ¡De pronto es como si os hubierais ido a vivir allí para siempre! Y entonces me pongo a hace planes para ir allá a visitaros y que sea lita quien me enseña los rincones y edificios de cada barrio; el antonio con bigotes, patillas, sombrero charro y dos cananas de municiones cruzadas sobre una gran barriga, lanzando chamacos de una malú con trenzas y vestido indio... alucino y todavía no he tocado la maría. Será el calor que aquí se parece al de sonora.

Tres besos a cada una de vosotros.