Faltan 10 dias para la partida. Aún está todo por hacer, eso sí, no dejamos de hablar del tema y tenemos un blog sobre nuestro viaje a México. Somos gente novelera. Y pelín neocateta. Qué le vamos a hacer. Ellas están de los nervios, al fin y al cabo nunca cruzaron el atlántico y eso es mucho. Mucha agua, mucho cielo y mucha distancia del terruño. La abuelas nos miran con los ojos nublados, hijas que lejos vaís a estar y una siente que se va a hacer las Américas, que cojerá su baúl o su maletita de cartón piedra y se meterá en un avión que una imagina como un Titanic volador en el que las jaulas de pájaros y las sacas se amontonarán en precarias redes sobre nuestras cabezas. Puestas a imaginar, una también imagina que el piloto y el copiloto entrarán con sus uniformes y sus gafas de sol y saludarán a diestro y siniestro (siempre hay un lado siniestro en los pilotos) mientras la botellita de vodka asoma por el bolsillo trasero de sus pantalones (por cierto arrugados después de la noche de lascivia y despendole con la azafata de la Swedenair Company o algo así).
Entre tanto imaginar (y aún no he llegado a las bolsas de aire que harán saltar el avión y las mascarillas que saltarán bamboleantes de sus compartimentos secretos), tanto hablar aquí y allá de cuando nos vamos, de la familia que nos espera de las emociones y del calor que nos vamos a quitar de encima durante el mes de julio, se nos van pasando los días y no hacemos las maletas. Claro que él (AntonioAndrés Pajares) no está nervioso ni mucho menos, porque él ya cruzó el charco hace unos años y es chico viajero de los que saben leer de arriba-abajo, que es como se lee en los aeropuertos, pero una acostumbrada a leer de frente y de izquierda a derecha, entiendanme ustedes, hace que se sienta más perdida que la Baronesa Thysen en Chiapas.
La Lita Morgan trata de enderezar las piernas y encaminarlas a la búsqueda de maletas que no desentonen, ni de esas que tienen estampada la flor de lis (que aunque el Código Davinchi nos descubre como masónica una siempre asoció borbónica), ni de esas de cuadros de señorona inglesa (que aún faltan unos años, todo llegará). Seguramente acabaremos apañándonos con la ya nombrada maleta roja (que aún no está amortizada, aunque ya se destacó por ser grande, incómoda y difícilmente transportable) y un par de bolsas de esas portuguesas de plastico que hace ruído y cremallera, que aunque no vistan mucho tampoco se les antoja a ningún descuidero en la cinta transportadora.
La Malusol ya tendrá pensado que llevarse (más o menos todo lo que tiene), de manera que los muy encomiables consejos que nos dan servirán de poco. Sobre todo se dedicará a seleccionar la música del Mp3 y para no escucharme meterá algún libro.En mi caso, tomaré buena nota de todo. Una duda ¿tienen botiquín en el avión?, es que con los analgésicos, los antidiarreicos, los antimareos, los antiansiedad, los anticelulíticos...no me quedará sitio para la crema antihematomas y el betadine (para los golpes que sufriré por arrastrar la maleta roja). Claro, me dirán, hay carritos para transportar el equipaje, pero ¿acaso no se golpéan las espinillas con los carritos?, si lo llevo yo, directamente en la espinilla, si lo lleva AntonioAndrés directamente en muslo o cadera. Continuaré contándoles mis cuitas, pero de momento tengo que anotar en mi lista de las cosas pendientes que tengo que hacerme la cera (al hablar de espinillas y de muslos se me ha venido a la cabeza). En la próxima compartiré mi lista de cosas pendientes con ustedes por si creen conveniente agregar algo más. Estoy segura de que nuestra muy prolija y detallista Mina hará muchas sugerencias y la práctica y sensata Loli tachará el 90 % , pero entre las colaboraciones de ustedes y mi dispersión conseguiremos olvidarnos de los pasaportes. Hasta la próxima y muchas gracias por las aportaciones y consejos.
P.S. Mis gustos musicales -como imaginarán a estas alturas- son tan variados y eclépticos que agradecería también sus sugerencias sobre la música para llevar.